Después de la noticia de que el Amazonas está en llamas, se vio que gran parte de África también lo está: en Angola y la República Democrática del Congo se acumulaban 6.902 y 3.395 fuegos activos respectivamente frente a los 2.127 de Brasil.
La selva tropical del África Central es la segunda mayor del planeta y ofrece refugio a miles de especies, algunas de ellas en peligro de extinción. Pero estos incendios parecen preocupar mucho menos a la sociedad, ¿cuál es el motivo?
Esto es debido a que los fuegos que se encuentran en esa región no afectan a la selva tropical, sino a pastizales y sabana, lugares donde los incendios son comunes en la estación seca y son un recurso importante en la agricultura y pastoreo para renovar los suelos de cultivo. Son los propios campesinos los que usan el fuego como técnica para regenerar el pasto para el forraje, facilitar la caza de pequeñas presas y con las cenizas, fertilizar la tierra, así que son fuegos controlados que no afectan a grandes masas boscosas.
Sin embargo, hay un 10% de los incendios que se escapa de su control y son responsables del 90% de la superficie que arde. Es en este caso, cuando un incendio llega al bosque tropical que se trata de un problema urgente por el impacto en el carbono, la biodiversidad y el bienestar del territorio, como sucedería en la selva amazónica, que causas pérdida de vidas, daños materiales e impacto ambiental. Pero hasta la fecha estos incendios solo han afectado en África en años muy secos como el de El Niño en 2016, por lo tanto no son un problema comparable al del Amazonas.